Hoy, como cada año, el ser parte de los materialismos adquiere un sentido mas allá de la esencia de las cosas, al parecer, el hecho de ver como todos tienen sin merecer y como pocos merecen lo que si tienen, se resume en el hecho de que por cerca de 36 horas, todos adquirimos una consistencia que si bien no es enferma por lo menos es pegajosa.
El correr de un extremo a otro con infinidad de puntos intermedios nos hace analizar que mas que estar listos para el comienzo, estábamos preparados para el fin, que si bien estuvo lejos de ser verdad, por lo menos se relaciona con la idea de que todo buen algoritmo ocupa un fallo para mostrar su verdadera funcionalidad para convertirse en una buena fuente de energía.
Permitanme el aclarar que estar en un sentido cuando el resto de la corriente esta en otro no quiere decir que estemos en contra, el hecho de mirar por la ventana permite descubrir que mas allá de las paredes que crea un espejo invisible estamos en el punto de que todo es correcto y nada es inestable, para mi la destrucción es un bien común del que muy pocos hacen uso para el beneficio propio y la mayoría lo usamos para el malestar del resto.
El encontrar viejos actos para llevar a nuevos puntos, nos dirige al aspecto comercial de nuestro valor humano, ser muestra de lo que ocurre es el aspecto alegre de lo que vemos, ser uno mismo es el lado amargo de lo que sentimos, vivir es sentir, sentir es llorar, llorar es sufrir y sufrir es vivir.
Cada vez que suene una campanada de clemencia es para ver mas allá de lo poco o mucho que presenciamos, ser mas alegres es algo que no rinde todo el año, ahora dirigimos los aspectos al punto en el que solo queda el mirar, el ser feliz en compañía de otros y ser amargos en nuestra soledad.
Esta noche, brindemos por ultima vez, experimentemos el cambio del final de los tiempos, pero sobre todo, tomemos conciencia, de que si bien los hechos se olvidan, siempre son parte de la historia que hemos guardado por mas tiempo del que teníamos planeado.
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